A la mansedumbre ni cabida

Un perfil de Myriam Bregman, la candidata del FIT que sacó un histórico 9,11 % en CABA.

Por Daniela Tagliafico

Es sábado a la mañana, de una semana fría de agosto. La cita es en la sede de ATE de la calle Carlos Calvo. Hay un homenajeado y es Ricardo Napurí, un revolucionario peruano, socialista y anticapitalista que llegó a sus 100 años. Ella viste de jean y zapatillas y trae la torta. Una pequeña le pide una foto y ella accede sonriente, sin impostar. Cantan el cumpleaños feliz y La Internacional. Se va más temprano porque tiene otro compromiso político: marcha contra el genocidio en Gaza. ¿Cuántas horas de marchas llevará Myriam Bregman en sus 53 años? ¿Cuántos pasos habrá dado entre tribunales y calles escoltada por banderas o policía?

Sabemos que sus primeros pasos los dio en Timote, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, el mismo que en 1970 eligió montoneros para secuestrar y fusilar al ex presidente de facto Aramburu.  Dos años después de ese hecho político de nuestra historia, nacía allí Myriam. Jugaba por esas calles con los amigos que aún hoy conserva, hasta el anochecer, en comunidad. Su madre los buscaba de casa en casa para cenar. Su padre fue maestro rural y ella ha contado que la conjunción educación privada estaba prohibida en su hogar.

Myriam “es una bonaerense de campo prácticamente, y en sus charlas cotidianas usa refranes, expresiones y dichos bien de campo. Y a mí me divierte mucho porque no es común escucharlos en la ciudad. Además, usa expresiones que las tengo asociadas a personas muy mayores y me da risa escucharlas en ella que es una mujer tan moderna”, cuenta Andrea D´Atri, su compañera de partido y quien asesora en temas de género.

Bregman lee, desde los cinco. Vive sola, desde los 15. No fue una precoz a conciencia. Su pueblo se inundó y debió mudarse a uno cercano junto a su hermano Mauricio (sí, las paradojas de la vida, Mauricio), para poder ir al colegio secundario. Se movían a dedo, de pueblo en pueblo.

Inquieta y cuestionadora desde adolescente mantuvo esa postura en su banca en el Congreso. Habla firme y fervorosa a la vez. Mueve los brazos como si estuviese viendo a Estudiantes en La Plata. Es octubre de 2023, se discuten muchas leyes como la de alquileres o comprar sin iva. La ultrederecha aún no está en el ejecutivo pero el clima político ya está espeso: ataque a los feminismos, declaraciones antisemitas, intento de resurgir la teoría de los dos demonios. Bregman expone los cinco minutos reglamentarios. Le suena la chicharra, la ignora, sigue y culmina: “Y con esa gente nada, ninguna unidad, ningún nada. Solo luchar y reivindicar a los 30 mil desaparecidos porque fue un genocidio”. Ella sabe de esa lucha. Estuvo, hizo, pujó desde la querella para verlos presos. El genocidio de la última dictadura “es una de las cosas que más odio le genera, muy profundo y muy genuino”, expresa D’Atri. Myriam fue de las abogadas que participó en el juicio al torturador Miguel Etchecolatz. El mismo juicio en el que desapareció Jorge Julio López. “Le toca alegar siendo una abogada muy joven. Tuvo un enorme temple. Lo hizo con mucha valentía, y todos vamos a recordar ese alegato, en esa situación tan difícil, teniendo la certeza de que a Julio López lo habían secuestrado”, nos cuenta Christian “Chipi” Castillo, candidato a senador y su histórico compañero del Partido de los Trabajadores Socialista (PTS).

Carlos Slepoy fue un abogado de Derechos Humanos que llevó adelante la querella argentina contra el franquismo. Myriam lo conoció en una charla en la facultad de Derecho de la UBA en su época de estudiante. “Cuando lo escuchó dijo yo quiero hacer esto, yo me quiero dedicar a esto, y muchos años después terminó siendo colega de Carlos y compartiendo la lucha por los derechos humanos”, relata D´Atri.

Myriam milita en PTS desde sus tiempos de estudiante. Nunca abandonó su partido. Su carrera política no tiene bifurcaciones, no hay desvíos: feminista, socialista y anticapitalista. Las críticas que recibe no son a Bregman, son al conjunto, a “los troskos”. Ahora, la Libertad Avanza, con insultos y entreverándolos con cualquiera que tenga un tinte progresista. Antes, el peronismo, con su famoso “le hacen el juego a la derecha” cuando marcaban distancia en legislaciones que no terminaban de favorecer a las y los trabajadores, o cuando llamaron a votar en blanco en vez de a Scioli en las presidenciales de 2015. Hoy Scioli integra el gobierno de Milei. Y Myriam no dudó en abrazar a Cristina en su casa de San José 1111, porque si sabe de algo es de estar en los lugares donde huele a injusticia.

En el último debate presidencial ella participó como candidata. En las reglas cada candidato podía vetar un tema. El equipo de Milei vetó tema género. Myriam enfureció. Pensaron con D’Atri cómo incluirlo. Lo hizo con las preguntas cruzadas. “Todos estudios demuestran la brecha salarial entre hombres y mujeres. En Argentina las mujeres tenemos que trabajar ochos días más al mes para igualar el salario de un varón: ¿Usted niega el patriarcado por ignorancia o por machismo?”, arremetió ella. “Primero piensa el contenido y es capaz de transformarlo en frases muy cortas, muy precisas y que sabe que van a ser un titular, de las que en las redes sociales se dice un tuitazo, o un eslogan de esos que la gente quiere en una remera”, dice D´Atri. Y agrega: “Logra pequeñas síntesis humorísticas, a veces muy chicaneras, resume muy bien el contenido, de una manera sintética y muy popular”.

En estas elecciones de medio término fue candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires y superó el 9%, metiéndose en un tercer lugar. Estos números son altísimos para los que suele acumular la izquierda, sobre todo en un terreno tan corrido a la derecha como la ciudad autónoma. Myriam vuelve a ser diputada nacional por el Frente de Izquierda de los Trabajadores, junto a Nicolás Del Caño y Romina Del Pla.

“La Rusa”, como la apodan, es hoy la persona más destacada de la izquierda. A pesar de haber estado al frente de luchas populares como la de la legalización del aborto, o acompañando a trabajadores en lucha como en Zanón o Madygraft, su pico de popularidad tal vez haya sido en el debate presidencial de 2023, con una frase que hoy toma más fuerza que nunca: “Milei, vos no sos un león, sos un gatito mimoso del poder económico”. Una frase que dos años después resuena en la arena.

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